¿POR QUÉ TENGO LOS POROS ABIERTOS?
- Cosmetics & Toiletries
- 5 feb 2016
- 3 Min. de lectura

Todo el mundo los tiene, pero en algunas pieles se notan más que en otras. Se puede culpar a la genética, como en otras tantas ocasiones, pero sólo en parte. La temperatura y la humedad relativa, la exposición solar, el tipo de piel, las fluctuaciones hormonales y la edad también contribuyen a agrandar los poros y a hacer que la piel parezca más tosca. La cuestión es: ¿tiene solución?
Tenemos unos dos millones de poros, que son absolutamente necesarios para el correcto funcionamiento de la piel, pues le permiten eliminar toxinas, regular la temperatura e hidratarse. Pero es difícil recordarlo cuando se ven en exceso porque están dilatados o sucios por acumulación de células muertas y otras impurezas, ya que eso hace que la piel tenga mal aspecto y parezca envejecida. Y eso no sucede necesariamente por falta de cuidados.
La genética juega un papel importante en la determinación del tamaño de los poros, como lo hace en el tipo de piel que tenemos. Piel grasa y poros dilatados suelen ir de la mano. El paso del tiempo tampoco juega a nuestro favor en este sentido, pues con los años la piel pierde elasticidad, lo que hace que los poros se ensanchen.
También inciden en su tamaño las exposiciones repetidas al sol, las fluctuaciones hormonales que producen los ciclos menstruales y el fin de la edad reproductiva en la mujer. Y si a estos procesos naturales añadimos feas costumbres como reventarse granitos o quitarse puntos negros de manera inadecuada, tenemos el terreno abonado para tener, cuando menos, la llamada zona T (frente, nariz, barbilla) plagada de poros dilatados.
¿Soluciones?
Entonces es cuando echamos mano del arsenal de productos que ofrece el mercado para cerrarlos y alisar la piel, que no siempre tienen los resultados que desearíamos. El problema es que los poros no son músculos, con lo que resulta harto difícil modificar su tamaño una vez se han abierto. ¿Significa eso que no hay nada que hacer? No. O no siempre.
La mayor parte de las veces es posible disimularlos. Para ello, los expertos insisten en que lo primero es mantener una buena higiene. Es decir, limpiarlos del exceso de grasa y bacterias con agua y jabón o con productos adecuados para cada tipo de piel. Pero sin pasarse, porque lavar demasiado el cutis puede alterar su función barrera y hacer que segregue más sebo, lo que tendría el efecto contrario al que buscamos.
Rutina en casa
Con la misma finalidad es conveniente exfoliar la piel de forma regular y aplicarse mascarillas astringentes que ayudan a eliminar las partículas que taponan el poro, para luego hidratarla convenientemente. Algunos de los productos que se venden como “minimizadores de poros” contienen ácido salicílico, una sustancia que también contribuye a barrer las células muertas. Pero funciona mejor en las pieles jóvenes y muy grasas. En las pieles maduras, se recomiendan los productos con ácido láctico.
Las cremas con retinol (vitamina A), que tiene una importante capacidad exfoliante, o con vitamina C también son una buena opción para mejorar la apariencia del poro.
Tratamientos profesionales
Si ninguna de las anteriores opciones produce un resultado satisfactorio, se puede recurrir a tratamientos en la consulta del médico. El láser da buenos resultados, aunque es untratamiento costoso.
También se puede optar por la microdermabrasión (exfoliación extrema), que se usa igualmente para las arrugas y las manchas, o los peelings químicos a base de ácido glicólico, salicílico o pirúvico, siempre bajo supervisión médica. Aunque, una vez más, tampoco hacen milagros y requieren un mantenimiento periódico.
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