El estrés afecta a la salud de nuestra piel
- International Journal of Cosmetic Science Journal
- 25 ene 2016
- 3 Min. de lectura

¿Puede el estrés causar enfermedades en nuestra piel? La psicodermatología demuestra que sí. Desde antes de nacer, nuestro cerebro y nuestra piel ya están íntimamente relacionados. Con frecuencia, la dermatitis, la psoriaris o el acné son consecuencia de situaciones emocionales que nuestra mente no logra controlar. Procuremos dominar el estrés para mantener nuestra piel sana y con aspecto agradable.
El estrés psicológico es un estado de activación fisiológica excesiva del organismo causado por vivencias con fuerte carga emocional. Como un automóvil que circula a demasiadas revoluciones, el organismo se esfuerza por adaptarse. Pero si una situación nos abruma durante mucho tiempo, igual que un automóvil termina por estropearse, el organismo estresado sucumbe a la enfermedad. Este fenómeno se llama somatización. Como veremos, existe una estrecha relación entre la mente y la piel, que sufre rápidamente los efectos del estrés. Por tanto, para mantener nuestra piel sana es necesario aprender a manejar el estrés emocional.
La piel, el espejo del alma
La piel es el escaparate del cuerpo y el reflejo de nuestro estado de ánimo. La función protectora y el aspecto de la piel se alteran visiblemente ante situaciones de estrés continuo, que pueden desencadenar enfermedades como la dermatitis atópica (eczema), la psoriasis, el acné o incluso el herpes zóster. Lo que dicen los expertos en psicodermatología, que estudia los efectos del estrés psicológico sobre la salud de la piel, es revelador.
Cuando una situación nos agobia durante más tiempo del que quisiéramos y tenemos la sensación de no poder hacer nada por cambiarla sufrimos estrés psicológico. El primero en responder es nuestro sistema nervioso, con el cerebro al mando. Sabemos que el estrés desencadena y empeora la mayoría de trastornos cutáneos inflamatorios, autoinmunes y alérgicos. Pero, ¿por qué altera el estrés el normal funcionamiento de la piel? Hoy en día hay explicaciones científicas.
Desde antes de nacer
Durante el desarrollo del feto, las células que forman el tejido de la piel y el sistema nervioso se originan en la misma capa embrionaria, el ectodermo. Por ello ambos órganos dialogan entre sí durante toda la vida, usando el mismo lenguaje molecular y los mismos interlocutores: el sistema endocrino (que libera hormonas) y el sistema inmunitario (que nos defiende ante la invasión de gérmenes patógenos).
El cerebro interpreta y evalúa cada acontecimiento vital. Cuando el resultado es impotencia o sensación de amenaza, ordena al sistema endocrino que libere hormonas del estrés, que viajan por la sangre y llegan a la piel. Una de ellas, la hormona liberadora de la corticotropina (CRH), activa unas células (mastocitos) que ensanchan los vasos sanguíneos y vuelven más sensibles las terminaciones nerviosas. Es ahí donde se liberan citoquinas, que son moléculas del sistema inmunitario que causan la inflamación de la piel. Además, los mastocitos finalmente se deshacen y liberan gran cantidad de histamina, que produce reacciones alérgicas como la urticaria. Todo ello provoca que la piel enrojezca, escueza, se escame, o se formen ampollas.
Pero hay más. En la dermatitis crónica, que puede estar causada por el estrés, la hormona CRH se fabrica y libera en el interior de los folículos pilosos (raíces de los pelos), de modo que la inflamación adquiere vida propia en las células que forman la piel. Este sofisticado engranaje se conoce como sistema neuro-inmuno-cutáneo y explica por qué algunas enfermedades de la piel persisten o aparecen una y otra vez en una misma persona. El estrés continuo o repetido llegaría a generar una “memoria” en la piel que convertiría al organismo en más susceptible a los efectos del estrés en situaciones futuras.
Reducir el estrés
Cuando no podemos expresarnos con palabras ni afrontar el malestar, nuestra piel habla por nosotros. Expresar nuestras emociones negativas, hacer deporte, meditar y hacer yoga son algunas prácticas que nos ayudan a afrontar el estrés.
Por si con eso no bastara, unos investigadores de la Universidad de Queensland (Australia) presentaron a la industria cosmética un espray con aroma de hierba recién segada y hojas cortadas que, aseguran, reduce el estrés. Curiosamente, la formulación es tal que la fragancia no es apreciada por el olfato humano. El efecto sobre el estrés se produce porque el producto actúa sobre determinadas áreas del cerebro que lo regulan. Actualmente este producto ya se usa para ropa de cama y vestidos, pero pronto podríamos verlo entre los ingredientes de champús, geles de baño, cremas o perfumes.
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