CUANDO OLER MAL NO ES CUESTIÓN DE HIGIENE.
- EFE Salud
- 18 ene 2016
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Provoca un olor ofensivo a sudor, pero no por falta de higiene. La bromhidrosis es un trastorno generalmente relacionado con la secreción de las glándulas sudoríparas apocrinas –localizadas en las axilas, el pubis, el perineo, el ombligo, bajo el pliegue de los pechos o tras las orejas–, que puede afectar tanto a hombres como a mujeres. Es un desarreglo crónico, pero tiene tratamiento. No es que los afectados transpiren más, sino que el sudor que producen sus glándulas sudoríparas apocrinas contiene ceramidas distintas al resto de la población, que provocan un fuerte olor al ser descompuestas por las bacterias que todos tenemos en la piel. Un olor que se suele describir como acre, rancio o agrio y que no se puede disimular. Se cree que es una afección genética, aunque también puede deberse a trastornos metabólicos como la diabetes, a alteraciones de las glándulas suprarrenal o tiroides y a algunos fármacos. Además, algunos alimentos, como la cebolla o el ajo, además de las especias, el tabaco o el alcohol, pueden agravarla. Para controlarla, se recomienda usar jabones que contengan germicidas y depilarse el vello axilar. En ciertos casos, cuando otros antisépticos no funcionan, el dermatólogo también puede recetar antibióticos tópicos que limiten el crecimiento de las bacterias que descomponen las secreciones apocrinas. Si, además, el exceso de transpiración (hiperhidrosis) agrava la situación, el médico también puede recomendar la inyección de toxina botulínica (botox) o un tratamiento con láser para reducir la producción de sudor.
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