Cuida tu piel, también en invierno
- University of Iowa American Academy of Dermatology
- 14 ene 2016
- 3 Min. de lectura
Solemos asociar la sequedad de la piel al calor y a las actividades propias de la temporada estival. Pero la piel no está mejor hidratada cuando hace frío, porque el aire es también más seco. La cara y las manos sufren las consecuencias.
Durante el verano es habitual que tomemos el sol y nos bañemos en playas y piscinas. En esos casos tenemos muy presente que nuestra piel necesita protección e hidratación. Pero, ¿qué ocurre en invierno? Tampoco debemos bajar la guard

ia porque la baja humedad que se registra en esta estación provoca uno de los trastornos cutáneos más comunes entre la población: la piel seca. Este problema no distingue entre sexos ni edades, ya que se basa en un hecho común que se acentúa en invierno.
La baja humedad ambiental provoca que el estrato córneo, la capa más externa de la piel, apenas reciba agua y con ello se vea incapaz de mantenerse suave, flexible y firme frente a agresiones externas. Por este motivo una piel seca presenta un aspecto preocupante, de tacto áspero, con líneas muy marcadas y descamaciones. Es muy común en brazos y piernas, y puede provocar picores. Rascarse para intentar aliviar el malestar es un error pues puede desencadenar una dermatitis. En ese caso, y si observamos manchas rojas o costras de tonos amarillos, debemos acudir a un dermatólogo. Las bajas temperaturas también pueden provocar dermatitis en las manos. Para tratar episodios leves de piel seca debemos devolver el agua perdida a nuestro estrato córneo. Esto no significa bañarse repetidas veces a lo largo del día, porque conseguiríamos el efecto contrario, es decir, eliminar los aceites que contiene la capa más externa de la piel. Por eso, los expertos recomiendan una ducha al día, corta, inferior a diez minutos de duración, con agua templada. Además, después de salir de la ducha y habernos secado ligeramente con la toalla, con la piel aún húmeda, nos aplicaremos un aceite o una crema hidratante. De esa forma fijaremos el agua en nuestra piel antes de que se evapore.
Máxima atención en manos y rostro También es común que durante el invierno la piel facial experimente menor hidratación natural que a lo largo de la época estival. Un estudio realizado en 354 mujeres de Shanghái (China) midió las características cutáneas en dos períodos de seis meses, diferenciando en cada uno de ellos el invierno y el verano. El trabajo revela que durante los meses de verano las pieles cutáneas femeninas presentaron mayores niveles de hidratación, coloración, contenido en melanina y manchas pigmentadas. Estos valores fueron comunes a todas las mujeres de la muestra, desde los 18 a los 80 años. Por tanto, para compensar esta pérdida natural de agua en el rostro que se produce durante el invierno los expertos nos aconsejan una mayor hidratación, con cremas adecuadas. Además de productos hidratantes, en invierno también es importante utilizar un protector solar para el rostro, puesto que los rayos ultravioleta “no se apagan” cuando hace frío. Especial protección deberemos aplicar si vamos a la nieve. Y tanto nieve, granice, llueva o las temperaturas sean bajas debemos proteger nuestras manos con guantes adecuados, de tejidos que no irriten la piel. Los expertos recomiendan que tanto los guantes como las prendas que utilicemos sean de algodón, sobre todo las que están en contacto con la piel. Para evitar la sudoración excesiva en sitios con calefacciones elevadas, es preferible utilizar varias prendas finas que una más gruesa. La falta de humedad en el exterior también se produce en el interior de nuestras casas. Para contrarrestar este fenómeno una solución es instalar humidificadores en diferentes puntos de la vivienda. Así evitaremos que la piel se seque.
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